El otro día, mientras esperábamos nuestro turno para sacar unas entradas de cine, escuchamos esta conversación de las dos personas (hablaban muy alto) que estaban justo detrás de nosotros en la fila:
– Mi perro se porta fatal… Tiene 5 meses y cada día me hace alguna trastada.
– ¿En serio?
– Sí… No me hace caso. Se hace pis en casa, me rompe cosas… Estoy harto.
– ¡Mano dura es lo que necesita! Yo al mío le daba con un periódico para que aprendiera…
– Tienes razón… Seré más duro con él… así aprenderá a respetarme…
Entonces llegó nuestro turno para pedir las entradas y dejamos a aquellos dos tipos sentando cátedra sobre modernas técnicas de adiestramiento (modo ironía «ON»).
En otra ocasión hablaremos detenidamente sobre algunas técnicas de educación canina «de toda la vida» (como por ejemplo golpear en el hocico con un periódico para inhibir comportamientos, o castigar al perro por hacerse pis en casa restregándole en su orina).
Hoy vamos a quedarnos en una primera reflexión, que todo dueño de perro debería hacerse: Damos por hecho que los seres humanos nacemos como una hoja en blanco y que desde pequeños continuamente aprendemos cosas nuevas. A cualquiera le parecería absurdo regañar a un niño de 4 años por no saber sumar o leer… y sin embargo tendemos a enfadarnos (muchas veces por simple frustración) con nuestro perro cuando de joven muerde cosas, se hace pis en casa o nos tira de la correa durante los paseos. En esas situaciones, antes de reñir a nuestro compañero, deberíamos plantearnos qué errores estamos cometiendo como sus guías y en qué podemos mejorar para enseñarle la forma correcta de comportarse.
Antes de corregir, hay que enseñar… y nadie nace sabiendo. Nuestros perros tampoco.
El equipo de DOS adiestramiento.