ACEPTÉMOSLO: EL REY DE LA CASA, EL MIMADO, QUIEN RECIBE TODAS LAS ATENCIONES… ES EL PERRO. PERO NADA DURA PARA SIEMPRE… Y TODOS LOS REINADOS LLEGAN A SU FIN. HABITUALMENTE EL NACIMIENTO DE UN BEBÉ ACARREA LA PÉRDIDA DE PRIVILEGIOS PARA NUESTRO PERRO, QUE DE LA NOCHE A LA MAÑANA DEJA DE SER EL PROTAGONISTA.
La llegada de un bebé al hogar supone un cambio significativo en el escenario familiar. Esta nueva situación puede provocar estrés o inquietud a nuestro perro. ¿Se deprimirá? ¿Tendrá celos nuestro perro del bebé?… A continuación daremos algunas pautas básicas para ayudar a nuestro perro a adaptarse a la nueva situación y prevenir así futuros problemas de convivencia perro-bebé.
«TENER CELOS» ES UN CONCEPTO HUMANO
Según la Real Academia Española, uno de los significados del término celo es el recelo que alguien siente de que cualquier afecto o bien que disfrute o pretenda llegue a ser alcanzado por otro. También podríamos definir este concepto como el sentimiento que experimenta una persona cuando sospecha que la persona amada siente amor o cariño por otra, o cuando siente que otra persona prefiere a una tercera en lugar de a ella.
Como podemos ver, los celos son un concepto «muy humano». Estrictamente los perros no»tienen celos». Lo que sucede es que los humanos, que tendemos a clasificar y definir todo, decimos «el perro tiene celos» para explicar algo muy simple: El can, como animal jerárquico que es, quiere ser el primero en acceder a todos los recursos. Así, en el caso de que tuviésemos dos perros y una sola chuleta, ambos la querrían; si lanzásemos una pelota, es probable que ambos la disputasen; si acariciase a otro perro, el mío podría reclamar esos mimos como suyos y originarse un pequeño conflicto… Por eso, téngase en cuenta que, aunque para entendernos digamos «el perro tiene celos», estrictamente la afirmación no es correcta.
CONSTRUYE UNA RELACIÓN CORRECTA CON TU PERRO
Antes de que nazca el bebé debemos tener correctamente establecidos los parámetros de la relación con nuestro perro.
Construir una relación correcta con nuestro perro es, quizá, nuestra labor más compleja como guías. Un perro no es un juguete, ni un peluche, ni tampoco «un-niño-con-pelo-que-ladra». Emocionalidad aparte, no podemos olvidar que el perro (Canis lupus familiaris) es un mamífero carnívoro de la familia de los cánidos, que constituye una subespecie del lobo (Canis lupus). Teniendo en cuenta las carácterísticas propias de la especie (animal social, jerárquico, territorial, etc.), debemos transmitir a nuestro perro de manera clara cuál es su lugar en la familia. Respetar a nuestro perro comienza por entenderle como el animal que es.
Bajo nuestro punto de vista, es recomendable presentarse ante el perro como un guía sólido y positivo. Recuérdese no confundir liderazgo con tiranía: el carisma y la autoridad no se consiguen desde el miedo o la opresión, sino desde la calma y la coherencia.
LA IMPORTANCIA DE LAS PRIMERAS IMPRESIONES
Cumpliéndose la premisa de tener un perro educado y equilibrado, debemos procurar que la presentación del bebé le suponga una experiencia positiva. Una manera correcta de proceder podría ser la siguiente:
- El día antes de la llegada del recién nacido pondremos a nuestro menos cantidad de comida de la habitual, para que al día siguiente tenga hambre (¡tranquilos!… que no queremos que se coma al bebé…).
- El día de la llegada del bebé al hogar, previamente el perro saldrá a dar un buen paseo con uno de sus dueños. Mientras tanto, la madre llega a casa con el recién nacido y prepara el escenario: coloca al pequeño en su canastito en el suelo o encima de una mesa baja, y prepara un plato apetitosa comida para su perro.
- Al regresar del paseo, entraremos en casa con el perro atado con la correa y accederemos, con mucha tranquilidad, a la habitación en que se encuentre la madre con el bebé. Siendo el portador de la correa quien dirige la acción, nos acercaremos con calma al recién nacido (es importante que en la habitación impere un ambiente sin ningún tipo de excitación) y dejaremos que el perro lo huela. Transcurridos unos segundos, haremos aparecer el plato de comida del perro al lado del canastito. Mientras el perro esté distraído comiendo, retiraremos al bebé y lo llevaremos a su cuna en otra habitación.
De esta forma habremos conseguido que la presentación del bebé haya supuesto una experiencia muy positiva para nuestro perro. Téngase en cuenta que muchos de los problemas de convivencia entre perro y bebé tienen su origen en una mala presentación… Por eso merece la pena que seamos muy cuidadosos con esta cuestión.
Tras esa primera presentación:
- Durante los primeros días del bebé en casa, repetiremos protocolos similares al descrito para que nuestra mascota asocie la presencia del bebé a experiencias positivas. También resulta interesante hacer partícipe a nuestro perro de los cuidados del pequeño, asociando estos momentos también a experiencias positivas (caricias, premios, etc.).
- Es importante, en la medida de lo posible, no descuidar los horarios de paseo y ejercicio de nuestro perro.
- Con carácter general, no dejaremos a nuestro perro solo con el bebé sin nuestra supervisión.
Para todos aquellos que vais a ser papás y tenéis perro, esperamos que nuestro artículo os haya servido de ayuda. Recordad que, antes de la llegada del bebé, es importante tener establecida una relación correcta con nuestra mascota; y que además debemos ser cuidadosos para que la introducción del recién nacido en el contexto familiar suponga una experiencia positiva para nuestro perro. ¡Comprobaréis cómo vuestro perro se convierte en compañero inseparable del bebé! 🙂
Si tenéis dudas, contactad con nosotros: estaremos encantados de echaros una mano.
El equipo de DOS adiestramiento.